martes, 26 de febrero de 2013


EL DIARIO DE ANA FRANK
Bolivia Montaño González
El diario de Ana, fue un regalo para su cumpleaños número 13 el 12 de junio de 1942. A partir de entonces, Ana nombra a su diario Kitty y le confía todo cuanto le ocurre. El diario inicia cuando Ana aún está en la escuela; allí tiene admiradores y amigas como Joep y Lies. Ana llevaba una vida normal y agradable junto a su familia; compuesta por su madre Edith Frank-, su padre Otto Frank y su hermana tres años mayor, Margot. Ana Frank, habla de su vida normal, detalles de cómo era el colegio; siempre rodeada por sus amigos y amigas, de cómo su profesor de matemáticas el Sr. Kepler se la pasaba regañándola porque no se podía quedar callada ni un momento y la castigaba poniéndola a escribir monografías, tema: una charlatana, hablaba de sus pretendientes pues Ana era una niña muy bonita; así como de su primer amor Harry Goldman comentarios típicos de una niña de 13 años. 
Hasta ese momento Ana de lo único que tenía que preocuparse era de sus estudios y de sus amigos, pero de repente todo cambió. Empezó la segunda guerra mundial y Holanda se vio invadida por los alemanes. Un día mientras caminaban por la plaza su papá le habló de un escondite al cual debía ser necesario que trasladaran todas sus cosas y sobre todo trasladarse ellos para no caer en manos de los alemanes. 
Desde ese momento Ana se sintió muy angustiada esperando a que no se llegara ese día. Su papá recibió una carta de la SS para que se presentara; pero no era para que se presentara su papa sino Margot, por lo que tuvieron que partir. 
Durante esa época, los judíos debían utilizar una estrella en la ropa para ser identificados; las compras debían hacerla en tiendas y negocios judíos; no tenían derecho de utilizar el tranvía ni utilizar bicicletas; los niños debían estudiar en escuelas especiales y no tenían derechos como el resto de la población.
El jueves 9 de julio de 1942 los Frank abandonaron su hogar para trasladarse a su refugio abandonando algunas de sus pertenecías y llevando consigo solamente las necesarias. El anexo era una de las oficinas de la empresa de su padre, no era un lugar muy confortable pero debían adaptarse pues se convertiría en su nuevo hogar. Son ayudados por Miep, una chica que trabajaba en el almacén y conocía a la familia, el Sr. Koophuis, Eli y Vossen.
 Pero no habitaban solos pues días después llegaron los Van Daan una familia conformada por tres miembros. El primero en llegar fue el hijo: Peter al cual Ana consideraba un fastidioso. Luego, en el periodo en que recién se habían instalado en la casa de atrás, habla de su adaptación al escondite y a sus compañeros. 
Dicho escondite era una especie de departamento pequeño de dos pisos en la parte superior de la casa. Para disimular la puerta que daba al anexo, colocaron un librero giratorio. Las reglas para vivir allí eran muy estrictas, pues debían mantener silencio cuando los trabajadores estuvieran en la oficina, no podían tirar de la cadena del escusado ni abrir las llaves del agua hasta que estuvieran solos en el edificio, el procedimiento para bañarse era en una tina que debía usarse por turnos y en áreas que cada quien escogiese.
Al principio le cuesta mucho la convivencia, lo pasa muy mal, ya que todos la toman como una ¨niña inmadura y parlanchina especialmente la señora Van Daan que aprovechaba cada oportunidad para hablarle de cómo se debía comportar; pero su papá siempre salía a su defensa. 
Ella cuenta como solamente confiaba en su padre, le contaba todos sus problemas ya que se sentía más cómoda con él que con su madre. Para ella su padre era un buen ejemplo de hombre, en cambio su madre le parecía el peor ejemplo de mujer y de madre, porque creía que ella no aguantaría vivir su vida como su madre, que solo se ocupaba de las cuestiones de la casa. 
El octavo miembro en unirse fue el señor Albert Dussel un dentista con el que Ana compartiría su alcoba situación que no le agradaba del todo. Ella va contando su experiencia día a día. La mayoría de las jornadas le resulta excesivamente fastidiosa, en aquel escondite no encuentra nada que hacer, pero algunos otros días, según relata, se los pasaba llorando en su habitación ya que el encierro hacia decaer su estado de ánimo. 
El mal humor, también era algo bastante normal en el escondite, el estado en el que vivían, hastiaba a la mayoría de las personas. Por esta razón, los ocho judíos allí ocultos, no entablaron una relación de amistad, simplemente coexistían en el mismo espacio y procuraban hacer una vida lo más normal posible. Después de un año en la Casa de atrás, Ana se hizo ciertamente amiga de Peter el hijo de la familia Van Daan. 
En el anexo celebran Januka y la fiesta de San Nicolás, Miep y Elli les llevan regalos
Cada quien pensaba en lo que haría si fueran libres: Margot y el Sr. Van Daan se meterían a un baño con agua caliente por más de 30 minutos. La Sra. Van Daan comería golosinas; Dussel sólo piensa en Lotte, su mujer; la madre de Ana tomaría una taza de café; el Sr. Frank desearía visitar al Sr. Vossen al hospital; Peter querría ir al cine y Ana estaría tan feliz que no sabría por dónde empezar, sólo quiere regresar a su casa y a la escuela.
Detalla en su diario un cierto enamoramiento entre los dos jóvenes, cuenta como la mayoría de las noches se las pasaban en la habitación de él, mirando por la ventana las estrellas y la luna. Esos fueron los momentos más felices que Ana describió durante su estadía en el escondite.
Ana describe las actividades del anexo: siempre que hay bombardeos, Ana corre a la habitación de sus padres. Todo cuanto ocurre en el anexo se escucha, cuando Dussel no puede dormir, cuando los Van Daan están  riñendo, cuando alguien va al WC. A las 12:30 los oficinistas de la casa se van a comer. A las 12:45 Koophuis, Kraler, Van Santen, Elli y Miep suben al anexo para pasar un rato con sus protegidos. A la 1:00 se agrupan alrededor de la radio para escuchar la BBC. A la 1:15 se sientan a comer. A la 1:45 el almuerzo ha terminado y todos regresan a sus labores. Ana estudia hasta las 4:00, aprovechando el silencio de la siesta de todos. A las 5:30 los oficinistas se retiran del almacén y a partir de entonces pueden utilizar el WC, hacer ruidos, etc. A las 8:30 de la mañana en punto es importante guardar silencio, no usar el WC para no ser descubiertos. A las 9:00 toman el desayuno y durante el resto del día, estudian o leen.
Las opiniones de Ana se hacen cada vez más maduras, con mayor visión, entendimiento y sabiduría. Analiza su vida hasta el año 1944, la veía a través de una lupa despiadada. Primero, su casa bañada de sol; luego en el anexo desde 1942, el brusco cambio, las disputas, las reprimendas, etcétera. Ella fue tomada desprevenida, como si hubiese recibido un mazazo, y para darse ánimo, se volvió insolente. La primera parte de 1943: crisis de lágrimas, soledad infinita, lenta comprensión de sus defectos. Se hallaba sola ante la difícil tarea de cambiarse a sí misma, a fin de no seguir provocando reproches se deprimía. La segunda parte del año, fue un poco mejor, se transformó en jovencita, y los mayores comenzaron a considerarla más bien como uno de ellos. Empezó a reflexionar, a escribir cuentos. Después del Año Nuevo, era su deseo tener a un muchacho por amigo, y no a una muchacha. Existía también el descubrimiento de su dicha, bajo su caparazón hecho de superficialidad y alegría. Ya no pensaba en la miseria, sino en la belleza que sobrevivirá.
Ana expresa su pesar ante la guerra y considera lejano su final. Hay pobreza, la gente no tiene para calzado, anda mal vestida. No hay suficiente comida, hay muchos asaltos. Los niños están mal nutridos y existen sabotajes contra las autoridades. La gente no tiene carbón y hace bastante frío. Existen una serie de epidemias, pero la esperanza está en el avance de los rusos, quienes se acercan a Rumania. Los alemanes han ocupado Hungría y allí todavía habitan 1,000,000 de judíos que la pasarán muy mal.
En mayo de 1944 Ana expresa que está de mal humor, deprimida y sin esperanza. La agobian varios problemas: por un lado, el proveedor de legumbres, el problema de los judíos, el desembarco que hace esperar, la mala alimentación, la tensión nerviosa, la atmósfera deprimente, la necesidad de libertad, la carga y peligro que implican para sus protectores, el miedo a ser descubiertos. Ni siquiera todo esto los hace desistir, aman la vida y no han olvidado la voz de la naturaleza, siguen esperando, pero Ana desearía que aconteciera algo pronto para eliminar la inquietud, así sabrán si deben vencer o perecer
El diario de Ana Frank termina el 1 de agosto de 1944, porque el 4 de agosto de 1944 cuando fueron finalmente encontrados. El martes 1 de agosto de 1944 es la última carta de Ana a Kitty, en ésta, hace una recapitulación de su forma de ser.
Aquí termina el diario de Ana Frank. El 4 de agosto de 1944, la GESTAPO hizo irrupción en el Anexo. Todos sus habitantes, así como Kraler y Koophuis, fueron arrestados y enviados a campos de concentración.
La GESTAPO arrasó el Anexo, dejando por el suelo, revueltos viejos libros, revistas y periódicos, etcétera, entre los cuales Miep y Elli hallaron el Diario de Ana.
De todos los habitantes del Anexo, sólo el padre de Ana volvió. Kraler y Koophuis, que resistieron a las privaciones de los campos holandeses, regresaron a sus hogares.
En marzo de 1945, Ana murió en el campo de concentración de Berge-Belsen, dos meses antes de la liberación de Holanda. 

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