EL REGIONALISMO MEXICANO
Una paradoja de la vida.
Cristal Lobato Galindo
Hablar del regionalismo en
el caso mexicano es bucear en lo más profundo del océano de la cultura,
tradiciones, formas de vida y comportamiento de cada una de las personas y los
pueblos que integran este hermoso país.
Por ello es importante en
primera instancia definir el concepto de regionalismo como lo hace el autor del
libro Regionalismo y federalismo, esto es:
Como el proceso
políticamente intencionado y activamente emprendido, en ara de aumentar la
cohesión entre un grupo de entidades políticas sobre todo un grupo de Estados,
y su relevancia en el ámbito internacional.1
Donde cabe señalar que esa
es la identidad que sin lugar a duda nos ha hecho únicos, que tales diferencias
son el circulo que nos distingue; pero que a pesar de esto no cabe la menor
duda que el pueblo mexicano, ha encontrado esa eficacia para relacionarse de
norte a sur.
Además de no dejar aun lado
que el regionalismo lo podemos interpretar de la siguiente manera:
“se emplea para referirse tanto una ideología
como un movimiento político más o menos organizado en cuanto ideología, el
regionalismo describe y explica los problemas y realidades regionales (aspecto
existencial del regionalismo).2
De esta manera es posible
mencionar que desde antaño el regionalismo ha jugado un papel muy importante en
el pueblo mexicano que en el ámbito de esa integración, es como se ha podido
encontrar una serie de procesos lo cuales siempre se han visto desde la
organización de todas las regiones, que aunque haya diferencias, siempre habrá
el signo de unidad y diversidad para un mejor fortalecimiento.
En este sentido, el pueblo
mexicano es el blanco y el negro, lo fuerte y lo débil, lo amable y lo
decisivo, lo abierto y lo cerrado como allá en los años 50 el maestro Octavio
Paz lo definiera en su obra “El laberinto de la soledad”. Es entonces que
tratar de definir la esencia del enfoque regional en México, se convierte en
una paradoja. Mientras unos son sociables otros no lo son, mientras unos pueblos
festejan otros lloran, mientras unos danzan otros rezan. Este es el manto de
misticismo que de manera somera envuelve el pueblo mexicano en su conjunto.
México, como mosaico de la
verdadera pluralidad y de las diferentes formas de vida, se erige en el
escenario internacional como punto de flecha que define su originalidad pero
que el mismo tiempo interactúa en el espacio cosmopolita de las sociedades globales.
El tiempo y el espacio como
amigos y como enemigos han permitido que la exuberancia en las formas de
entender la vida, la fiesta, el llanto, las costumbres, le de un toque muy
especial a la manera de ser del pueblo mexicano. Es ahí donde encontramos esa
gran diversidad, la formación de cada una de las regiones cuyos elementos, o
miembros se definen por alguna decisión, pero siempre mostrando esa unión que;
que hoy por hoy nos distingue de las demás naciones simple y sencillamente
porque nos deslindamos unos con otros.
México es diferente desde el
Angulo que se quiera observar, tratar de pensar lo contrario y querer
homogeneizarlo, es hacer que se desprenda de su esencia, de aquel rayo de luz
que lo hace diferente de los demás y que al mismo tiempo lo exalta y lo
engrandece. Es diferente a los demás y no por ello es mejor o peor simplemente
reclama su derecho divino de ser como es y no como debiera ser.
Hablar del regionalismo
mexicano es poner en el altar de la crítica que existe un norte y un sur, un oriente
y un occidente y que en cada punto existen diferencias pero también existen
similitudes. Así es México, diferente de Baja California a Yucatán y de
Veracruz a Jalisco. Diferente de el Vizcaíno hasta Lacandona, diferente de
Acteal hasta la cuidad de México pero similares de una cosa; el espíritu
mexicano.
Le debemos a la geografía
esta gran variedad de climas y regiones. Son, en un primer momento, estas
diferencias geográficas las que han hecho que cada pueblo adopte una forma de
vida diferente. Pero también la economía, la política, y la administración han
propiciado grandes diferencias en la sociedad mexicana.
Si habláramos del
regionalismo mexicano desde un punto de vista político, tendríamos que
remitirnos obligatoriamente al análisis social y psicológico que estas ramas
han hecho del mexicano. Es precisamente la política la que ha entendido que el
pueblo de México es diferente, y a partir de esto cada partido ha amasado sus
bastiones de voto duro. Es por eso la gran variedad de corrientes políticas que
oscilan entre derecha, centro, izquierda; y las demás variantes que de ellas
mismas han salido.
Hoy es posible observar que
ante tales diferencias, oferta políticas se han ampliado. Hoy es posible ver
que se crean partidos para todos los sectores y para todos los intereses.
Partidos para pobres y partidos para ricos, tienditas de la esquina para las
clases populares y grandes centros comerciales para las clases adineradas,
justicia para pobres y justicia para ricos,
salud para pobres y salud para adinerados, y no pretendo satanizar a unos y
angelizar a otros, sino poner sobre la mesa las grandes diferencias que
existen, no es lo bueno ni lo malo, simplemente lo diferente.
En México existen formas de
entender la vida de diversas maneras, algunos apegados a la mística y la
religión y otros entregados a cuestiones más terrenales y superfluas. Pero en
este gran coctel, todos aunque diferentes, tienen una pieza clave dentro del
gran engranaje que es este país.
A simple vista, en este
siglo XXI pareciera que las diferencias que existían de antaño se han rebasado
y que México es un país más homogéneo. Pero si miramos más allá de la tendencia
igualizante de ciertos grupos, podemos descubrir la gran riqueza cultural que
aun persiste en esta nación.
Durante mucho tiempo se ha
querido suprimir la diferencia, se ha estigmatizado a las personas que quieren
conservarla y se les asemeja con locos que no quieren el progreso. Lo diferente
en este sentido es malo, raro, anticuado, no esta “in” como algunos grupos lo
manejan. Lo diferente es sinónimo de atraso y de algo que se tiene que
suprimir.
Que desgracia tan grande que
esta idea ignorante cada día cobre mas fuerza. No se han dado cuenta que
podemos ser iguales en la diferencia, que formas de vida distinta son necesarias
para coexistir. Que rescatar y valorar lo diferente nos hace únicos, que nos
pone a la vanguardia sin dejar de ser lo que hemos sido por muchos años.
Grandes sucesos históricos
han marcado la línea histórica que nos esta tocando vivir, grandes han sido los
esfuerzos por conservar y defender lo nuestro; recurro nuevamente al maestro
Paz al decir que el mexicano es un ser hermético que solo se abre el exterior
en las fiestas. Este hermeticismo ha sido el causante de que hoy aun existan
individuos, sociedades y pueblos que ponen por delante su derecho a ser
diferentes.
Aun en este mundo en el que
los adelantos científicos han proliferado en demasía, en donde hoy es posible
comunicarse de un lado a otro del planeta en cuestión de segundos en donde
también podemos encontrar allá en los pueblos de aquel “México profundo” de
Guillermo Bonfil, en las sociales indígenas, a las más puras muestras de
expresión cultural, astronómica y política que después de varios milenios han
logrado rebasar la barrera del tiempo.
Es en este momento en el que
podemos tener muestra palpable de lo que el regionalismo ha logrado mantener
aun contra el tiempo y el espacio, y de las propias formas de querer ser como
sociedad.
Es precisamente en lo
indígena, en esa sociedad real que ha permanecido por miles de años, en lo que
el mexicano debería encontrar su origen, su esencia, y no tratar de negarlo o
aniquilarlo como durante mucho tiempo se hizo.
Este es el momento de
valorar lo indígena, no sólo en exposiciones o museos, sino adentrarnos en ese
mundo y hacer que esas formas de vida, esas diferencias, sigan teniendo su
derecho a ser diferentes por el simple hecho de existir y que forman parte sin
lugar a duda de cada uno de nosotros como mexicanos.
El enfoque regional de
México debe ser el estandarte que reclame su derecho a ser distinto, para que
su diferencia no encuentre más obstáculo que la diferencia misma de los otros.
Hoy día, no resulta realista
plantear esta cuestión como el enfrentamiento de dos polos: uno poderoso (el
Centro) y el otro débil (la Región). Lo que sí puede observarse es una osmosis
o mutua interdependencia, que no apunta a una relación vertical de jerarquía,
sino que a situaciones de tensión y/o cooperación.
Es en este preciso momento
donde le debemos tanto al tradicionalismo, y este debe ser el estandarte que se
reclame para que de alguna manera se siga conservando y con ello el inseparable
origen de nuestro pueblo mexicano.
Nunca antes la vida ha
estado tan abierta. En ningún otro momento hemos tenido tantas cosas. Nunca
antes el futuro ha dependido de nosotros mismos. Es nuestra oportunidad y
nuestro riesgo. Como jóvenes tomemos nuestro papel histórico, porque el alma de
México hoy reclama lideres invencibles en la adversidad y flexibles en la
prosperidad en conservar el regionalismo.
Pero bien podríamos terminar
con esta frase que el regionalismo dura mientras dura su identidad forjada, por
eso son inmortales los que luchan por conservar a es pueblo mexicano, con esas
raíces y esa fruto vivo de la historia que nos ha distinguido en todo el mundo.
Fuentes.
- Paz, Octavio, “El laberinto de la soledad”, Fondo de
Cultura Económica, Mexico, 1991.
- Navarrete, Jorge Eduardo (1992); “Otro falso dilema:
regionalismo y globalización”, en Revista Mexicana de Política Exterior, Nº
36-37; otoño-Invierno; Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos. Nueva Época.
México DF.
- Ibáñez, Josep (1999); “El nuevo regionalismo
latinoamericano en los años noventa”, XVIII Jornadas de la Asociación Española
de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, dedicadas
al tema “Iberoamérica ante los procesos de integración”
- Ikenberry, G. John
(1998); “Globalización, regionalismo y el futuro de la economía mundial”, en
Dinámica de las Relaciones Externas de América Latina y el Caribe; Secretaría
Permanente del Sistema Económico Latinoamericano – SELA; Buenos Aires,
Ediciones Corregidor.
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